“Me hicieron un montaje y me utilizaron como un trofeo”: Jhon Viáfara
El exjugador permanece en una cárcel, tras ser extraditado a Estados Unidos, por narcotráfico.
El campeón de la Copa Libertadores con el Once Caldas en 2004, Jhon Viáfara, pasa sus días en la rutina del presidiario. Dos conteos de presos por día, estando en pie desde las 6:00 de la mañana, tratando de sobrellevar la carga de estar lejos de todos y jurando una y otra vez su inocencia.
En una entrevista concedida al periodista Oswaldo Hernández del diario La Patria de Manizales, Viáfara habló desde el centro carcelario en el estado de Georgia, Estados Unidos, país a donde fue extraditado por el delito de narcotráfico en 2019, condenado a 11 años de prisión.
Sobre como terminó en la cárcel, detalla que lo vinculan a una reunión a la que nunca fue y de tener un dinero que no posee. Es decir, hicieron un montaje para utilizarlo como personaje, según él.
“Muy triste, porque no fue justo lo que hicieron conmigo. Me hicieron un montaje y mostraron una imagen que no es la mía. Buscaron una foto que tampoco era la pertinente. Me mostraron como un delincuente y mostraron riquezas que no tenía. Dijeron que la plata estaba en paraísos fiscales y eso nunca se pudo probar; me relacionaron con gente que nunca conocí. Por fortuna mucha gente sabe quién soy yo. Nunca sentí apoyo y me utilizaron como un trofeo para mostrarme como resultado de la lucha contra el narcotráfico”, dijo Viáfara en el amplio reportaje.
El que fuera jugador de la Selección Colombia dio un repaso de como es el tedio del día a día en una prisión privada norteamericana, donde se rigen por un estricto sistema de reglas y una rutina inflexible que a muchos termina volviendo locos.
“A las 6:00 de la mañana hay que atender el llamado a la puerta de la celda. Cada tanque, para 60 personas, tiene 30 celdas con camarote para dos personas y el sanitario respectivo. Las duchas están afuera y en el restaurante están los televisores y los hornos. La mayoría de los que nos cuidan son mujeres, ellas son las que supervisan. Llaman al desayuno, algo opcional. Si se va al salón no se puede hacer ruido por la tranquilidad de quienes se quedaron en las celdas. A las 8:00 de la mañana hay que estar en la celda para un nuevo conteo. Uno puede salir hasta las 11:30 a.m. o 12:00 del día; luego se regresa para el almuerzo. Por la tarde se va a recreación o actividades diferentes. A las 6:00 de la tarde es hora de la comida. Y así pasan los días”, describe.
Tanto es el peso de realizar todos os días lo mismo, que muchos terminan con problemas mentales, a tal punto que esto genera adicciones. Hasta en las cárceles más controladas, hay problemas con el tráfico de drogas, especialmente en ellas en donde envías, paradójicamente, a los narcotraficantes.
“Lo único que lo cambia a uno es el amor propio, el de la familia y Dios. Estos sitios son muy complicados, hay soledad y depresión; llegan los problemas mentales y la solución para muchos son las drogas que mueven en todas partes. Es muy complejo pensar que una persona se pueda rehabilitar y menos en nuestro país. Faltan políticas claras en ese aspecto”, opinó.
Y es que la soledad le ha pasado cuenta de cobro. De los muchos amigos que pensó que tenía, se ha dado cuenta que solo le quedan un puñado. Eso sí, amigos de verdad y que lo llenan de amor y fuerza para seguir tratando de demostrar su inocencia.
“Acá me he dado cuenta, desde que llegué, que mi carrera fue notable. Soy una persona reconocida internacionalmente, no solo acá, sino en las otras cárceles en donde he estado. Son muchas las personas que quieren saber mi historia y compartir conmigo. El cariño de la gente me ha ayudado mucho. Hay momentos complicados, difíciles, siempre llegan esos momentos en los que se extraña la gente, la familia, los hijos, los amigos, todo; estar lejos de casa. Afortunadamente se tiene el respaldo de personas que me quieren, que son pocos los que me han quedado, pero me quieren. Ellos son fundamentales para llenarme de fuerza para estar aquí y el apoyo espiritual con los grupos de oración que hay acá. He estado tratando de localizar a Juan Carlos Henao; no he podido, sé que me ha mandado razones. Hablo con Herly Alcázar y Wílmer Díaz, y con Jairo ‘Tigre’ Castillo. Y también con Carlos Bejarano”, recordó.
Lo que le ha quedado es mucho tiempo para analizar el fútbol colombiano. En el comedor de la prisión privada en la que está tienen televisión con canales internacionales, donde se ve el canal que tiene el fútbol colombiano.
“Estamos enterados de lo que pasa. Mucho, eso lo hablamos acá. Veo mucho jugador joven y han cambiado los objetivos de los equipos. Predomina el comercio, formar jugadores, venderlos rápido al exterior y sacar utilidades. Ya es poco de pasión e ídolos. Por eso la supremacía de cuatro o cinco equipos: Millonarios, Tolima, Nacional, Junior y Medellín. Los demás, incluido el Once Caldas, uno ve la nómina y se da cuenta para qué se armó”, explicó.
Viáfara seguirá tratando de demostrar que es inocente, en el partido más grande que se ha jugado en su vida. Tal vez, si pudo meterle un gol imposible al Boca Juniors en aquella Libertadores, tal vez también pueda ganar el partido por su libertad, el cual parece imposible.